Hace quinientos años “Kunta Kinte” (uno de los iconos de los esclavos negros) salía a empellones, a palos, y a la fuerza de las costas africanas, para ser llevado, por sus captores, con gran interés económico, pero con un tremendo desprecio humano, a trabajar gratis en trabajos forzados a las costas antillanas: el “nuevo mundo”. Allí eran impunemente vendidos, los que llegaban vivos, o en buenas condiciones, en pública subasta, al mejor postor que siempre recaía en las familias terratenientes más pudientes. Tampoco es que costaran mucho, lo suficiente para hacer del negrero otro terrateniente más. Todavía muchos de los herederos de esas familias acampan por las tierras de las Américas, las Indias, las Europas y etc. etc. y tiro porque me toca. Nadie ha devuelto nada de las grandes fortunas amasadas a través de las manos arrugadas de estas etnias de color negro que ahora vienen, inclusive pagando grandes cantidades de dinero (los que pueden) arriesgándose entre las olas y el viento, con el hambre y la miseria marcados en sus cuerpos, y aferrados al miedo y a la ingenuidad, pidiendo a gritos que los vuelvan a azotar otra vez, aunque sea por un pedazo de pan. otra vez. Vienen inconscientemente reclamando el sueldo debido de quinientos años de esclavitud. La gran paradoja: ahora no tenemos que ir a por ellos disputándonos como antes entre piratas el lugar donde deberíamos cazarlos. Ahora piratas más modernos nos los mandan vía patera o cayuco, sabiendo, igual que antaño, que no tienen que cuidarlos, ni darlos de comer, ni venderlos en los mercados.  Solo tienen que engañarles con falsas esperanzas de brillante futuro al otro lado de la pantalla; cobrarles los dineros cándidos e “ilusionaríos” y esperar a que aparezcan otros llegados del éxodo de las guerras donde los grandes fabricantes de armas, y colegas varios, se benefician. ¡Ay Dios mío o Ala tuyo!, ¡si Abraham Lincoln, Martin Lutero, Mahatma Gandhi, y otros que no pongo por falta de espacio, levantaran la cabeza! Continuara…